Disertaciones con Dios
27 de septiembre de 2025
Zarhavictoria Padrón
Aluneada
septiembre de 2025
En mis diálogos con Dios le pregunté: "¿Para qué me has enviado?". Su mirada me devolvió una chispa irónica. "Yo no envío a nadie", respondió con voz que vibraba en el aire. "Tú has elegido bajar a cumplir con tu propósito".
Y BUM. Tantas preguntas se acumularon en una sola respuesta.
¿Pero tú no me creaste?
¿Cuál es el propósito?
¿Por qué decidí venir?
Se explayó en carcajadas. Su risa retumbó en las profundidades de mi mente y, entre risas, respondió: "Estoy aquí para acompañarte a descubrirlo. Yo no te puse aquí; por el contrario, tú me trajiste contigo". Con cierta maldad, parecía disfrutar de mi desconcierto. "Siempre que vuelvas al silencio, encontrarás las respuestas que buscas"
Al ver mi cara de inquietud, acercó su mano a mi mejilla, me miró fijamente con ojos de un universo infinito y dijo: "No te preocupes. Será divertido". Y sin más, desapareció.
Una búsqueda sin fin
En un primer momento, me resistí a creer que mi llegada a este planeta fuera una elección. No me gustaba mucho, y los humanos me seguían sin convencer del todo. Pero si ya estaba aquí, tenía que hacer la tarea. Y una cosa es cierta: yo, irresponsable e indisciplinada, nunca.
Aún extraño el lugar del que vengo y sueño con reencontrarme con mis hermanos, pero estoy aquí. Y hay que hacer el trabajo que, según "el de arriba", yo misma elegí.
De la pregunta original surgieron otras: ¿el viaje se trata de cumplir el propósito o de vivir en el propósito? Eso lo cambiaría todo. Una cosa es llegar a una meta; otra muy diferente es vivir cada día con una misión. Es decir, alineada, o, como yo prefiero decirlo, Aluneada con mi misión.
La respuesta inesperada
Con estas divagaciones, volví a ese lugar mágico. Lo llamé y, como es su estilo, se dio su tiempo para llegar. A veces se aparece en persona y otras envía a sus emisarios. Reconozco que soy insistente con mis preguntas existenciales, pero a él le encantan las charlas largas, sobre todo si puede reírse de mis suposiciones. Él siempre deja una puerta abierta a mis dudas, nunca es claro en sus respuestas. Apuesto a que es para que vuelva a buscarlo.
Me senté a esperar y cuando llegó, esta vez fue él quien preguntó: "¿Para qué me has estado llamando? ¿Cuál es tu urgencia?". Le confesé que me sentía perdida. Puso suavemente su dedo índice sobre mis labios y me interrumpió: "Yo veo que vas por buen camino. Mi ejército angélico me ha dicho que sigues buscando".
A lo que respondí: "Por eso mismo. Todavía no he encontrado lo que busco porque no estoy segura de qué es".
Él me miró y sentenció: "No es un qué, es un quién". Y de nuevo, BUM.
El viaje hacia el quién
Con esa nueva pista, volví a perderme en mis andanzas mundanas, pero con un sentido más claro: no estaba buscando un algo, sino un alguien. Me pregunté si sería mi alma gemela. Salté de un lado a otro, expandí mis conocimientos, acumulé experiencias, compartí con otros seres, besé, abracé, me acerqué y me alejé. Me enamoré y me desenamoré. Me ilusioné y me desilusioné con personas, cosas y lugares. Recorrí distancias sin dar con ese alguien ideal.
Así que aquí estoy de nuevo. Sentada en padmasana, lo llamé. Él llegó sonriendo: "Ha pasado mucho tiempo. ¡He visto que te has divertido! Pensé que te habías olvidado de tu búsqueda". Le respondí: "Mi única razón de ser es mi búsqueda incansable. Todo lo que he experimentado ha sido para encontrar a ese alguien prometido"
Él me miró incrédulo. "¿Prometido? ¿De qué hablas?". Le expliqué que había buscado a mi alma gemela, pensando que al encontrar el amor verdadero, habría alcanzado mi objetivo.
Puso una cara de desaprobación tan grande que supe de inmediato lo perdida que había estado. Sentí la ignorancia como un peso en todo mi ser. Sentí que había perdido tiempo valioso y que ahora estaba más lejos que nunca de la verdad.
Dios me interpeló: "No, hija. No era exactamente a eso a lo que me refería. Pero no te decepciones, el viaje que has transitado es necesario para encontrar lo que buscas. No se trata del alma gemela, pero el camino para encontrar la verdad tiene mucho que ver con tu relación con otros. En eso, no vas mal. Solo perdiste la perspectiva. Tendrás que redirigir el enfoque".
Y desapareció, sin darme tiempo para hacer otra pregunta.
Un encuentro final
Con la decepción a cuestas y un poco de desánimo, volví a sus palabras. "Tendrás que redirigir el enfoque".
Si mi intento anterior puso el foco en mi relación con los otros, y él me dijo que no fue tiempo perdido, entonces ahora el foco tiene que estar dirigido a...
¡Wala! ¡Eureka! ¡Bingo! El camino está en mí.
Lo que he estado buscando, y seguiré buscando sin fin, es a mí misma. Porque no existe un "Yo" acabado, finalizado ni absoluto, sino un "Yo" inconcluso, en constante construcción y transformación, como el Todo.
Es a mí, que también soy él, a quien busco desenfrenadamente, afuera y dentro.
Y Dios se regocijó en su trono.
Si deseas continuar recibiendo la Actualidad astrológica para dejarte guiar por los astros, Sin Costo aquí 👇🏻
